En la primavera del año 2000 editamos Eros/1916 y Tánatos/1916, números cuarto y quinto respectivamente de la colección Libros de la Micronesia y primera publicación doble de las dos que hasta el momento hemos realizado. Aquel lanzamiento especial iba acompañado de un texto en el que exponíamos los argumentos editoriales y las claves estéticas de la colección, que no había presentado todavía credencial alguna. Además de lo entrañable que nos resulta por cómo lo hemos hecho nuestro con el tiempo y por la convicción con que lo hemos defendido y leído en infinidad de sitios, el texto nos sigue pareciendo una justa y hasta cierto punto hermosa explicación de lo que nos llevamos entre manos. Aquí va:
Libros De La Micronesia
A consecuencia de la desaparición del pasquín, la hoja volante y el pliego suelto como formatos viables de difusión, el poema único, el texto lacónico y el relato canijo, entre otras partículas elementales de expresión, han dejado de publicarse con el primor y el espacio vital que toda edición decente exige, y se ven forzados a compartir el angosto índice de la publicación compartida.
Más allá de cierta aprensión por lo promiscuo, los valedores de la edición convencional no ven discriminación alguna en esa circunstancia y alegan que formato, cuerpo, gramaje del papel y tipografía son mero vehículo y pueden variar de una edición a otra; pero no el texto, que es forma expresiva y en edición responsable no hay más que uno. La edición será humilde o lujosa, desastrada o aseada, pero la voz del texto es una y esos extremos ni la comprometen ni la alteran.
De entre los hipersensibles que perciben la sutil dependencia entre forma y fondo en la difusión gráfica del arte verbal, quizá haya sido Juan Ramón Jiménez el que ha sabido expresarlo con más tino:”En edición diferente los libros dicen cosa distinta”, dejó escrito el maestro. Del curioso punto de vista del poeta de Moguer cabría deducir que el cometido del editor no es meramente difusor, sino que arrastra también cierto grado de autoría. Acaso tenga razón y no sólo el libro sino todo texto —cualquier texto— diga cosa distinta a expensas de su envase.
Haciendo bandera de esa divisa, Libros De La Micronesia se perfiló en su día como proyecto editorial que apostó preferentemente por el poema pelado y el texto breve, para los que ha venido habilitando ámbitos privados, pequeños microclimas donde esos formatos desvalidos instalan a sus anchas sus enseres, los objetos personales que la edición al uso les confisca, y elevan desde ahí su timbre peculiar e irrepetible.
«Eros/1916» Libros De La Micronesia, nº 4. Barcelona, 2000 |
«Tánatos/1916» Libros De La Micronesia, nº 5. Barcelona, 2000 |
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