Además de una jubilosa edición, Medianoche a mediodía (Libros De La Micronesia, nº 7. Barcelona, 2006) fue nuestro segundo best-seller y única publicación que hemos presentado formalmente con invitación, lectura, cóctel y demás aparato. Su gestación, redacción, impresión y manipulado se llevaron muy pacientemente a cabo a lo largo de algo más de dos años. Fue uno de nuestros típicos proyectos con bastante gente implicada, en el que alternamos la experimentación y los tiempos muertos de necesaria reflexión con el retiro en otros trabajos paralelos. Aunque su aspecto suntuoso y solemne no deje entrever indicio alguno de improvisación, lo cierto es que una buena parte de las claves de aquella publicación se resolvieron sobre la marcha.
Somos plenamente conscientes de la deuda impagable que De La Pulcra Ceniza tendrá siempre con quienes arrimaron a una exótica y hermosa causa su talento y su tiempo. Por derecho propio sus nombres figuran en una página indeleble del libro de invitados y afectos de aquel proyecto: Paco Alarcón, Mercedes González, Motoko Araki, Ricard Galcerán, Sara Sanjurjo, Lozano Faisano S.L. y Doresa S.A. Cabe mencionar muy especialmente a nuestros productores Ángel Fraternal & Daisy Dusk, cuya influencia decisiva en la publicación fue proverbial. Ese trabajo los convirtió en leyenda de la edición marginal en Barcelona.
La publicación apareció en junio de 2006 y en otoño la presentamos a los premios ARTFAD. Aunque no nos llevamos ninguno, Medianoche a mediodía fue seleccionada a concurso y pudo verse en la sala de exposiciones del FAD durante los dos meses que duró la muestra de trabajos. El diploma que nos entregó en acto público Beth Galí, por entonces directora de aquella institución, lo tenemos por ahí en espera del marco apropiado.
En las bases de ese concurso se especifica que el trabajo ha de ir acompañado de la preceptiva memoria conceptual. La que nosotros presentamos ha quedado como curioso documento que desvela el fondo y la forma de Medianoche a mediodía y se extiende acerca del origen de De La Pulcra Ceniza e incluso más atrás. Aunque su contenido y extensión lo hacen disuasorio a los meros curiosos y de interés solo para incondicionales, ahí va el documento.
Medianoche a mediodía, Libros De La Micronesia nº 7
memoria conceptual
1 DE LA PULCRA CENIZA, LA EDITORIAL
1.1 Orígenes
1.2 Nombre & Logo
2 LIBROS DE LA MICRONESIA, LA COLECCIÓN
2.1 El espíritu
2.2 El concepto: el texto y sus enseres
2.3 El diseño
2.4 El contenedor
2.5 La producción: de la edición de autor a la edición múltiple individualizada.
3 MEDIANOCHE A MEDIODÍA, LA PUBLICACIÓN
3.1 Kenki Nagara, vate apócrifo
3.2 El diseño como traje a medida
3.3 Notas de patronaje y producción
4 Balance
1 DE LA PULCRA CENIZA, LA EDITORIAL
1.1 Orígenes
Ediciones De La pulcra Ceniza es un modesto proyecto editorial puesto en marcha en 1995 con la idea inicial de publicar exclusivamente plaquettes e ínfimos volúmenes de poesía. Como eslabón final de una serie de aventuras editoriales —El pavo embelesado, El fuego inolvidable (1987-1991), caracterizadas por su marginalidad y pobreza de medios, y que di por cerradas en 1991 tras participar en la exposición organizada por KRTU Literatures Submergides—, De La Pulcra Ceniza se proponía en su parco programa transmutar el rico bagaje recogido de aquellas experiencias, y sin dejar de lado los métodos interdis- ciplinarios y heterodoxos de la edición abierta y en precario ofrecer productos singulares, cuidados y de calidad pensados y calibrados para dar un paso milimétrico pero decisivo en mi camino de pequeño editor, y cruzar así el límite sutil que separa lo marginal de lo minoritario.
1.2 Nombre & Logo
En un proyecto editorial de estas características, y más si la presentación de sus productos va a ser reticente en lo que se refiere a la utilización de imágenes externas y muy parca en cuanto a otro tipo de signos distintivos, el nombre y el logotipo tienen una importancia capital. Han de poseer duende, misterio y a la vez una diáfana rotundidad. En la medida de lo posible deberían ser inolvidables. Esa exigencia es insoslayable. Todo será según y cómo y no habrá nunca unanimidad acerca de si en mayor o menor medida se ha logrado esa excelencia o se ha acabado cometiendo un despropósito o, lo que es peor, ha acabado uno perpetrando algo anodino y fondón. El resultado será cuestionable, pero el reto ha de estar a esa altura: que sea inolvidable.
2 LIBROS DE LA MICRONESIA, LA COLECCIÓN
2.1 El espíritu
Tras la publicación a lo largo de 1996 de cinco plaquettes en tirajes de 250 ejemplares, en marzo de 1997 apareció la primera entrega de Libros De La Micronesia. Casi una década después, el texto de presentación del número inicial —que nunca se hizo público, pero existió y aquí lo desvelamos por primera vez— continúa siendo una fiel definición del espíritu de aquella iniciativa: “… la colección nace sin propósitos determinados ni áreas de interés delimitadas. Su impulso será misceláneo tanto en contenido como en procedimientos y maneras. La constante literaria se verá complementada con aportaciones provenientes de nuestra afición diletante por otros asuntos laterales: las ciencias, la técnica etc. Por su hechura y por lo que da de sí este primer número quizá lo de Libros parezca a algunos pretencioso; lo es sin duda. El resto de la denominación, De La Micronesia, remite para nosotros al vago origen de aquellas mercaderías de ultramar que en otro tiempo eran garantía de exotismo, rareza y escasez, cualidades que quisiéramos para nuestro producto. Por no recalentar la amable atención de nuestros suscriptores, y sobre todo por no descapitalizar ya de salida este modesto proyecto editorial, la periodicidad será anual”.
2.2 El concepto: el texto y sus enseres
A consecuencia de la caída en desgracia y práctica desaparición del pasquín, la hoja volante y el pliego como formatos de difusión aceptado, el poema único, el texto breve y el relato lacónico no se suelen publicar aisladamente. Siendo de suyo formatos débiles y refinados, son arrojados a una existencia gregaria por la edición al uso y condenados a compartir el angosto índice y las páginas del mismo volumen. El hacinamiento de la publicación compartida los anula e impide que aflore su particular fragancia .
Los valedores de la edición convencional objetarán que las características físicas de una edición no modifican la substancia del texto y descreen que influyan en la recepción por parte del lector. Argüirán que formato, cuerpo, gramaje del papel y tipografía son mero vehículo y pueden variar de una edición a otra; pero no el texto, que es forma expresiva y en edición responsable no hay más que uno. La edición será humilde o lujosa, desastrada o aseada, pero la voz del texto es una y esos extremos ni la comprometen ni la alteran.
De entre los hipersensibles que perciben la sutil dependencia entre forma y fondo en la difusión gráfica del arte verbal, quizá haya sido Juan Ramón Jiménez el que ha sabido expresarlo con más tino: “En edición diferente los libros dicen cosa distinta”, dejó escrito el maestro. Del curioso punto de vista del poeta de Moguer puede deducirse que la labor del editor no es meramente difusora, sino que arrastra también cierto grado de autoría. Acaso tenga razón y no sólo el libro sino todo texto —cualquier texto— diga cosa distinta a expensas de su envase.
Haciendo bandera de esa divisa, Libros De La Micronesia se erige como proyecto editorial que apuesta preferentemente por la plaquette y el texto breve, para los que crea ámbitos privados, pequeños microclimas donde esos formatos desvalidos instalan a sus anchas sus enseres, los objetos personales que la edición al uso les confisca, y elevan desde ahí su timbre peculiar, irrepetible en otro ámbito y circunstancia.
2.3 El diseño
No tengo formación como diseñador y no me llama la teoría del grafismo o la del packaging. Sé que esas disciplinas poseen su complejidad, aparato teórico y dilatadísima bibliografía que en su mayor parte desconozco. Aun así, creo que pueden alcanzarse logros meritorios y medianamente sofisticados sin formación específica; de la misma manera que se puede ser pintor notable sin conocer la Teoría del color o escultor sin mayores nociones de Estructura de la forma. Más que formación o mérito académico, tener algo que decir y gusto para llevarlo a cabo son sin duda los requisitos indispensables para producir algo creíble en cualquier rama de las artes.
En mi condición de espontáneo del diseño omitiré levantar cualquier tipo de exégesis acerca de las peliagudas cuestiones de la forma y la función, la identidad del logotipo, la diagramación, la compensación de los espacios o la interacción del color que me cuestioné al dibujar la colección. Toda esa exigencia es la de siempre y por obvia es irrelevante. El común de los diseñadores puede extenderse por escrito e impostar un argumento que dé estatura a lo que en el fondo es simple y sencillo como un copo de nieve: se busca lo singular y el proceso suele ser intuitivo.
2.4 El contenedor
Una vez decidido —o intuido a la manera en que procede la Lógica Paradójica— que la línea argumental de la colección descansaría precisamente en la falta de argumento o línea editorial estable, que incluiría objetos tridimensionales —los bártulos del texto— y aportaciones ajenas al medio editorial entendido este como producto proveniente exclusivamente de la imprenta; se buscó un contenedor atendiendo a criterios de coste, serialidad, resistencia, tamaño e idoneidad.
Ni que decir tiene que la elección del socorrido y omnipresente estuche de disco óptico (CD) como soporte fue el factor decisivo a partir del que cristalizó todo lo demás. En gran medida la seña de identidad de la colección radica ahí. Es el factor diferencial que la distingue de otras propuestas similares. Es también, por su exiguo tamaño, un reto constante que exige contención, austeridad y vigilancia constante en la elección de los complementos o el gramaje de los papeles, y sagacidad e imaginación a partes iguales para aprovechar al máximo su pequeña gran capacidad.
2.5 La producción: de la edición de autor a la edición múltiple individualizada
Todos y cada uno de los siete números que hasta el momento han aparecido de Libros De La Micronesia son productos múltiples semimecanizados de acabado artesanal; lo que desde la óptica estrictamente editorial los convierte a su vez en objetos extraños a tal industria y más cercanos al libro de autor de tiraje corto y factura predominantemente manual. Es probablemente el tiraje —300 en la actualidad— y el hecho de que sea edición numerada lo que los sitúa en una posición intermedia entre la industria y la edición de autor.
Por imperativos económicos, los tres primeros números se publicaron en sendos tirajes de 101 ejemplares, requirieron un humilde diseño y demandaron una absorbente manipulación. Ese factor propició que en la fase inicial de la colección se aprecien, a veces a simple vista, diferencias evidentes entre un ejemplar y otro. Podríamos decir que aunque siempre aspiró a ser un sello estrictamente editorial de intención y de factura, durante esa época De La Pulcra Ceniza fue un proyecto netamente artesanal cuyos productos, atendiendo a estándares industriales, no alcanzaban el rango de manufactura serial.
Los números cuarto y quinto de la colección, que se publicaron conjuntamente en la primavera de 2000 en tiraje de 202 ejemplares cada uno, son trabajos de transición. Aunque exigieron mucha manipulación y son por tanto proclives a presentar diferencias entre un ejemplar y otro, la masiva utilización de troqueles, Offset de última generación y soluciones de imprenta avanzada hizo que esas disimilitudes sean apenas perceptibles. Pese a su complejidad y a la dificultad añadida de que exigieron una exhaustiva manipulación, esos números son productos ya muy cercanos al estándar editorial de calidad.
La incorporación en 2002 de Ángel Fraternal Pérez al proyecto en calidad de responsable de producción, entre otros cometidos, aportó al equipo, hasta ese momento integrado por Juan Miguel Muñoz y Daisy Dusk, la experiencia y solvencia suficientes para elevar los productos de De La Pulcra Ceniza hasta los estándares de calidad que la seriedad del proyecto y la lógica evolución exigían.
Así, la publicación en 2003 del sexto número de Libros De La Micronesia, y en 2006 del séptimo y último hasta el momento, en sendos tirajes de 250 y 300 ejemplares respectivamente, han arrojado ediciones de las que, todo y no siendo de fabricación íntegramente serial, cabe hablar de ambas como inicialmente uniformes sobre las que la posterior manipulación y numeración de cada uno de sus ejemplares ha convertido en asunto de otra índole. Ni edición de autor ni edición estándar: edición múltiple individualizada.
3 MEDIANOCHE A MEDIODÍA, LA PUBLICACIÓN
3.1 Kenji Nagara, vate apócrifo
Al igual que en algún otro número de la misma colección, en el séptimo número de Libros De La Micronesia presentamos la hipotética obra de un autor ficticio; se trata en esta ocasión del poeta japonés Kenji Nagara. Según se desprende de la escueta presentación y el breve perfil biográfico del autor, nuestro bardo, de avanzada edad, profesa el sintoÍsmo y es, como conviene a su leyenda de persona austera y frugal, poeta de escasa pero muy apreciada producción. Mahiru no nakano yoru, obra de la cual Medianoche a mediodía sería versión castellana en edición semifacsímil, se habría publicado originalmente en 1964 y pasa por ser uno de sus títulos fundamentales. La exquisita y compleja edición, cuyo tiraje habría llevado a cabo un Nagara en estado de gracia, ha acabado con los años por ser hito estable y cotizado de la bibliofilia japonesa…
Según revela el texto de presentación, tras sopesar muy concienzudamente nuestras ediciones y dar su esquivo sí, desde la remota Kobe el mismísimo Nagara, exigente y puntilloso, ha seguido muy de cerca la paciente aclimatación de Medianoche a mediodía a nuestro formato y maquetación habituales…
En tono de chanza culta y estéticamente cualificada, la publicación persigue dar el pego pero no tiene intención ninguna de hacerse pasar por genuina y engañar adrede. Los agentes de la trama se delatan en la página de créditos a los curiosos impenitentes y a los que lo leen todo: Paco Alarcón es Kenji Nagara, el poeta; la dibujante y el plomero que trabajaron para el maestro en aquella edición mítica e irreal no son Sonoko Oto y Kenzo Gensuké, sino Mercedes González y Ricard Galcerán. Juan Miguel Muñoz es Yuka Ikeda, el periodista que desvela los curiosos vínculos que por una noche conectaron la bibliofilia y los bajos fondos del Tokio de aquellos años. En su condición de calígrafo y japonesa auténtica Motoko Araki hace de sí misma, es el personaje bisagra que sin cambiar de identidad transita de la realidad a la ficción.
En su concepción, Medianoche a mediodía es una publicación ideal para los pacientes y para quienes gustan de acceder y salir de las obras de la sensibilidad por sus puertas naturales. Con ellos funciona el mecanismo. El desenlace suele tener lugar tras la lectura y la meticulosa inspección del estampado, el relieve de los plomos, el tacto de la caja. Mientras dura ese escrutinio, Nagara y su legendaria edición existen. Para esa clase de lectores la bajada abrupta a la realidad desde la página de créditos es incruenta y tenuemente narcótica: vuelven de otra realidad.
A buen seguro los otros, los impacientes que se internen en la obra por su reverso a contrapelo, más que volver de otra realidad lo que harán será caer en la cuenta de que han desactivado un resorte sin querer. Y que todo y siendo idéntico, perdida la magia de la impostura ya nada es lo mismo.
3.2 El diseño como traje a medida
Una vez fijada la personalidad de nuestro poeta tuvimos que hacerle un traje a medida. La publicación debía ser puro Nagara; un eco de su exquisito gusto y su complejo mundo. Su observación del sintoísmo y su apego a los postulados más rancios de la tradición —respeto al rango, sentido del deber— reclamaban, por un lado, una solución plástica de líneas clásicas: rojo, negro, composición asimétrica, limpieza de líneas, sencillez, orden y depuración en todo; de otro lado, funcionar dentro del dominio De La Pulcra Ceniza nos exigía eludir la mera imitación y ser capaces de aportar algo. De esa fricción entre la obligación de imitar y la necesidad de expresar brotó Medianoche a mediodía tal cual es.
El texto o la pintura sobre rollo de seda o papel tiene una larguísima tradición en Japón. Era preceptivo, pues, que nuestro poeta adoptara ese formato. La posterior reflexión respecto a este asunto dejó entrever que aquí se abría un estrecho pero suficiente margen para nuestra aportación: en el Japón, para una larga lectura o meditación el rollo se cuelga de la pared y se contempla vertical. ¿Cómo solucionarlo en occidente con tres rollos que se han de contemplar simultáneamente sobre una mesa y encajan como un mosaico? De ahí proviene la idea de neutralizar la tracción del papel empleando pesos. Decantarse por la opción de utilizar un metal blando susceptible de ser grabado, y aportar así a una composición netamente cromática y abstracta un motivo pesado y narrativo, fue baza decisiva y, una vez más, no derivó de ningún gélido razonamiento sino del tibio intuir y de la inspiración, mecanismos básicos del arte.
Donde más extremamos la atención fue en la diagramación de los poemas, el centro neurálgico de la publicación. La siempre compleja convivencia en un espacio reducido de texto, imagen, línea y color nos obligó a hilar muy fino. El escrutinio del ojo en una extensión tan rica en elementos susceptibles de interferir unos con otros es implacable. El resultado es una composición densa y ventilada, elegante, sobria sin llegar a ser austera y como impregnada de cierto candor. Puro Nagara.
Quisimos, además, que en ese ámbito de la publicación la caligrafía no fuese para el lector no japonés mero ornamento, sino frase comprensible y plena de sentido. El ojo percibe un cambio de tinta en un fragmento de la frase y de manera natural, por analogía, lo relacionamos con el ideograma que baja vertical impreso en esa misma tinta: traducción simultánea por vía cromática. No creo que ese recurso sea invención nuestra, pero haberlo aplicado aquí nos parece un feliz hallazgo: mancha de vida el hormigueo monótono del texto y convierte el enigmático japonés escrito en destello comprensible.
3.3 Notas de patronaje y producción
La progresiva complejidad de cada uno de los proyectos que hemos acometido nos ha forzado a publicar sin periodicidad ninguna. De todos los Libros De La Micronesia aparecidos hasta ahora, este séptimo número ha resultado ser, por razones obvias, el de más compleja fabricación y más costoso en cualquiera de las acepciones del término. Fue hecho a la manera que ha acabado por ser nuestra forma de trabajo habitual: por partes, probando esto y lo otro y con abundantes paradas y tiempos muertos entre proceso y proceso. Comenzamos a trabajar en él durante la primavera de 2004 y la paciente fabricación se ha demorado hasta concluir en junio de 2006.
El pegado de las varillas de nogal a los extremos de cada uno de los novecientos rollos, el enrollado y la ubicación en la faja en que cada uno de ellos va inserto se hizo a mano; la faja, el plegado del papel estucado y el corte y plegado del papel seda son también manipulados. El resto es mecanizado. El minucioso trabajo de línea y las reducidas dimensiones del dibujo grabado en plomo exigieron muchas pruebas de encuadre y presión hasta conseguir que las hojas de bambú, las piedras y el agua fueran plenamente legibles en un trozo de metal que pesa exactamente once gramos, la resistencia mínima para contener el retorno del papel.
4 BALANCE
Sin salirse del marco de su modesta pero firme aspiración de ámbito minoritario, abordando pacientemente y con muchísima prudencia todos y cada uno de los ámbitos de este negocio —la coherencia, la poética, la producción, las finanzas—, De La Pulcra Ceniza ha impulsado una colección peculiar de factura impecable que aúna el arte verbal y los objetos que lo atañen, los procedimientos de imprenta avanzada y el acabado artesanal.
Por debajo de las diversas acepciones, máscaras y humildes sellos editoriales que hemos utilizado desde hace una quincena larga de años no han dejado de fluir el mismo anhelo y la misma actitud: decir algo breve con algún atisbo siquiera de elegancia y cuidado, y ocuparnos en ello encandilados por el verbo malicioso de Lord Shaftesbury, quien hace ya dos siglos y acaso algo achispado se aventuró a opinar que “editar es una ocupación de caballeros”.
Por debajo de las diversas acepciones, máscaras y humildes sellos editoriales que hemos utilizado desde hace una quincena larga de años no han dejado de fluir el mismo anhelo y la misma actitud: decir algo breve con algún atisbo siquiera de elegancia y cuidado, y ocuparnos en ello encandilados por el verbo malicioso de Lord Shaftesbury, quien hace ya dos siglos y acaso algo achispado se aventuró a opinar que “editar es una ocupación de caballeros”.
«Medianoche a mediodía», Libros De La Micronesia, nº 7. Barcelona, 2006. |
Detalle de los rollos y las piezas de plomo grabado a la prensa. |
Detalle de los textos desplegados. |
Cartel. Febrero de 2007. |
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